Hasta ahora he trabajado en el mundo de la Publicidad. A veces me la creo y a veces no. Pero es cierto que tiene algo que engancha, tal vez sea ese mundillo; en donde ser normal es anormal y ser fiel a lo que crees que eres, mola, porque proyectas, o al menos se supone que proyectas, esa imagen ante los demás.
Se supone que tratamos de hacer que las marcas cumplan sus objetivos marcados de la mejor manera posible; la más creativa, la más estratégica, la que más repercusión tenga, la más potente, la ostia vamos. Al grano: el cliente quiere vender y la agencia quiere conseguir que su cliente venda, y así, todos contentos.
Paralelamente, está la agencia, la cual también necesita venderse, necesita seguir obteniendo cuentas para que volvamos de nuevo a ese objetivo que tanto cliente como agencia persigue: facturar.
Con lo que, de una manera u otra, de forma directa o indirecta y participando en unos festivales u otros, la agencia, es la primera que hace publicidad de sí misma. Publicidad de su trabajo, Publicidad de su publicidad. Y es que, en el fondo...las agencias de publicidad son también una marca; y es su recorrido profesional la que le otorga esa identidad que toda marca tiene o pretende tener.
¿Os imagináis que se nos pira tanto que creamos agencias de publicidad para agencias de publicidad? Uy, me rallo...
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